El psiquiatra es un médico especializado en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades mentales. Tras sus estudios médicos, ha seguido una formación complementaria de 4 a 5 años. Como médico, tiene la posibilidad de establecer un diagnóstico y prescribir un tratamiento farmacológico, orientar hacia una hospitalización en un entorno especializado, aconsejar o practicar él mismo una psicoterapia (como Terapias Cognitivo-Conductuales o psicoanálisis, si ha seguido la formación necesaria).
El psicólogo ha seguido una formación universitaria en psicología y ha obtenido un máster 2 o un DESS. A diferencia del psicoanalista o del psicoterapeuta reconocido por una institución profesional, no tiene la obligación de haber realizado una psicoterapia o un psicoanálisis personal. Puede ejercer en el ámbito hospitalario, institucional o en el sector privado. Su formación le permite realizar evaluaciones, aplicar e interpretar tests, desempeñar un rol de consejero en ciertos campos (dificultades escolares, orientación, por ejemplo). También puede realizar psicoterapias o psicoanálisis si ha seguido la formación complementaria necesaria. A excepción de algunas formas de psicoterapia (como las TCC), entonces tendrá la obligación de haber seguido un proceso psicoterapéutico personal.
El psicoanalista ha realizado lo que se llama un «análisis didáctico», es decir, se ha formado en la comprensión de los mecanismos psíquicos inconscientes explorando su propio psique con otro psicoanalista.
Ha completado esta formación participando en seminarios en los que ha podido estudiar el psicoanálisis desde un enfoque más teórico (por ejemplo, la psicopatología).
Al igual que el psicoterapeuta, tiene la obligación, durante toda su carrera, de ser supervisado por un colega experimentado con el que pueda trabajar sobre su relación con los pacientes (transferencia y contratransferencia) para evitar interpretar lo que ocurre con su paciente en función de su propia problemática.
El título de psicoterapeuta existe oficialmente desde hace poco. Anteriormente, cualquier persona podía usarlo, y el legislador quiso poner fin a esta práctica, considerando que podría representar un peligro para aquellos que consultan. Esto tuvo como inconveniente generar confusión en la mente del público, ya que muchos ex-psicoterapeutas que habían recibido una formación muy sólida, reconocida por instituciones profesionales serias, ya no podían usar este título.
El psicopractitionero es la denominación adoptada por las cuatro instituciones históricas de la psicoterapia (Affop, FF2P, SNPPsy y Psy’G) después de la promulgación de la ley que reserva el título de psicoterapeuta a ciertas categorías profesionales: médicos psiquiatras, psicólogos clínicos, médicos y psicólogos que no pertenecen a estas dos categorías pero que justifican una formación teórica complementaria. Algunos otros profesionales fueron autorizados a usar este título después de hacer la solicitud ante una comisión departamental creada para tal fin, basándose en su formación y experiencia.
La diferencia entre el psicopractitionero (al menos para aquellos validados por alguna de las 4 organizaciones mencionadas anteriormente) y el psicoterapeuta radica en que no se exige a los psicoterapeutas haber tenido una experiencia personal de psicoterapia o psicoanálisis y haber trabajado sobre sí mismos para conocer los mecanismos psíquicos presentes en las dificultades que enfrentan sus pacientes. Solo se les pide que tengan un conocimiento teórico de la psicopatología y de los protocolos utilizados en algunas formas de psicoterapia, en particular las terapias conductuales y cognitivas o las terapias sistémicas.
En definitiva, la formación del psicopractitionero (que también incluye formación teórica, especialmente en psicopatología) es más exigente que la del psicoterapeuta. Es importante señalar, sin embargo, que algunos psicoterapeutas autorizados por la ley para usar este título, han optado por realizar una psicoterapia o un psicoanálisis personal, lo que les da un conocimiento mucho más profundo y menos académico del funcionamiento psíquico. Esto también les permite estar más claros con sus motivaciones para ejercer esta profesión.
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